...a través de Bertha Dudde - 11.11.1945
BD 3599 Orden divino … Desorden …. Caos por voluntad humana ….

Y esta es la ley divina que, en el curso de una época de redención, todo se desarrolla hacia el ultimo estado, que lo espiritual encarnado como hombre debe recorrer. En consecuencia, no puede haber desorden, caos ni destrucción por voluntad divina en todas las etapas previas, sino que todo se desarrolla en una regularidad, tanto el surgimiento como su desaparecer de las obras de creación per se, como también la actividad de los seres vivos en la tierra, los que aún no han llegado a la última fase en la cual el ser puede actuar en el libre albedrio y, por lo tanto, también puede ignorar la ley divina, pero lo que siempre significa desorden, caos y ruina.

Tan pronto como se elude la ley divina se echa por tierra el orden divino, y se elimina un desarrollo ascendente. Y es por eso que la encarnación como hombre a menudo es un punto muerto o un paso atrás en el desarrollo ascendente, porque ahora ya no es la voluntad de Dios sino la voluntad del hombre es determinante. Pero también el libre albedrio del hombre pertenece a la ley divina, porque la falta de libertad de la voluntad sería una deficiencia que alteraría el orden divino ….

Si ahora en la tierra se observa un caos o una decadencia, la voluntad humana siempre ha entrado en acción y ha causado esto. Tal caos nunca puede ser visto como una obra de Dios, porque cualquier destrucción interrumpe el desarrollo espiritual en las etapas previas. Sin embargo, es diferente si las destrucciones de las creaciones divinas es el resultado de catástrofes naturales, es decir, el resultado de un proceso que no está puesto en marcha por los hombres, sino que eso ocurre completamente independiente de la voluntad humana. Entonces estas destrucciones no deben considerarse espiritualmente como destrucciones, sino más bien como una transformación o renovación de creaciones que nuevamente sirven a lo espiritual para el desarrollo ascendente. A los ojos de los hombres parece una obra de destrucción, pero también tiene su razonamiento en la voluntad de los hombres, es decir, que el estancamiento o el declive espiritual del hombre hacen que dicho proceso sea necesario para cambiar la voluntad de aquellos.

Lo que Dios hace siempre se basa en su amor y nunca contradice el orden divino, pero si los hombres obviamente alteran este orden, Dios triunfa al demostrarles la debilidad de su propia voluntad, que no puede detener lo que Dios envía sobre los hombres. El propósito de Su aparente obra de destrucción es que el hombre vuelva a entrar nuevamente al orden divino y que aprenda a reconocer que solo esto es bueno, lo que se realiza en la legalidad divina y es cumplido por el hombre, y que cualquier contravención impide el desarrollo ascendente, es decir, la vida como ser humano no tiene éxito ….

Solo lo que se mueve en el orden divino asciende, y por lo tanto la ley de Dios debe cumplirse inevitablemente, el hombre tiene que adaptarse a ella, prestarla atención, y por lo tanto, integrarse plenamente en la ley del orden y desde luego por la libre voluntad. Entonces él se eleva hacia arriba y al final de su vida en la tierra puede dejar su forma corporal para entrar en el reino espiritual como un ser espiritual libre y lleno de fuerza, porque se ha sometido completamente a la ley divina y esto significa en el reino espiritual una actividad en la voluntad de Dios …. Una actividad en el amor y la felicidad ….

Amén